Soy agnóstico sólo en el sentido metodológico que planteó ThomasH. Huxley (el creador del término), en oposición a la tradición gnóstica
cristiana que sostiene que la existencia de dios sólo puede conocerse por medio
de la revelación y sólo se puede sostener a través de la fe. Para Huxley, esta
imposibilidad de probar la existencia divina es motivo para no aceptarla ni rechazarla,
y ahí es donde yo discrepo, con mi manera personal de entender la navaja de Ockham: si en la
práctica podemos dejar de lado una entidad como si no existiera, entonces
podemos asumir, para todo fin práctico, que no existe.
En mi opinión, probar (en el sentido de poner a prueba) la
existencia de dios depende de definirlo adecuadamente, por lo que más que como
agnóstico se me puede definir en principio como ignóstico, y sólo en caso de que la imposibilidad de probar su
inexistencia forme parte ineludible de la definición se me podría considerar agnóstico en todo el sentido de la
palabra.
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