Hace cosa de un mes, en Nigeria el gobierno encabezado por Goodluck Jonathan promulgó (sin presentarla
al público) una ley que prohíbe, criminaliza y persigue la homosexualidad. A pesar de la condena internacional a esta
ley, las persecuciones comenzaron de inmediato y no se han detenido.
De acuerdo con Reuben Abati, vocero presidencial, se trata
de una ley acorde con la religión y cultura del país. Y no es la única nación
africana con esta clase de leyes: son ya 38 países, lo que corresponde al 72%
de los estados del continente.
Mientras que en Uganda el presidente Yoweri Museveni bloquea
una ley anti-gay, su equivalente de Gambia, Yahya Jammeh, ha lanzado una
cruzada en contra de la homosexualidad. Incluso se presentó, en septiembre de
2013, ante la Asamblea General de la ONU donde declaró que los gays son una de
las tres grandes amenazas mundiales, y que es una epidemia que pone en riesgo
la existencia de la humanidad. También
aseguró que los musulmanes y africanos pelearán para terminar con esta
conducta.
En 2008 ya había amenazado con decapitar a todos los homosexuales que no abandonaran inmediatamente el país, con el argumento de que
Gambia es un país de creyentes, que no tolerará tales inmoralidades, a pesar de la oposición internacional. Este orate
ya había anunciado el descubrimiento de la cura del VIH-Sida: una mezcla dehierbas que ha mantenido en secreto.
Al margen de las rarezas de gobernantes como Jammeh, hay una
creciente persecución de la homosexualidad en África, gracias a leyes cuyo
único fundamento son las doctrinas religiosas, como lo refleja el editorial del
periódico oficialista gambiano DailyObserver, que justificó al presidente en términos similares a "Éste es un país musulmán y cristiano.
Tanto el Corán como la Biblia condenan la homosexualidad”.
En África, la religión (convertida en ley) mata.
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