6 de febrero de 2014

ONU vs Vaticano

El Comité sobre Derechos del Niño ha hecho pública su posición respecto al Vaticano en algunos temas cruciales. Entre ellos, los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes y el encubrimiento por parte de los jerarcas católicos, de lo que, sostiene, existe responsabilidad por parte del estado de la Santa Sede.

De acuerdo con el Comité, se trata de decenas de miles de casos; en abierta controversia, la Santa Sede se defiende arguyendo que son unos pocos, aunque inexcusables, miles. De acuerdo con declaraciones de Silvano Maria Tomasi, representante del Vaticano en la ONU, hace unos años, podría tratarse de hasta el 5% de los sacerdotes… lo que significa cosa de 20,000 sacerdotes, buena cantidad de ellos con más de una denuncia, así que sí: decenas de miles de casos.

Tomasi la ha emprendido contra la ONU acusando a los miembros del comité de estar prejuiciados contra la Iglesia Católica. Dice que no han tomado en cuenta las respuestas que dio en enero a sus cuestionamientos (respuestas que se pueden resumir en una sola, la de siempre que salta el tema: no nos compete porque lo han hecho fuera del Vaticano, así que no tenemos información y si la tuviéramos no tendríamos derecho a presentarla; es decir, evasivas en vez de respuestas reales).

Además aduce que se trata de un ataque contra la ideología católica, pues la Comisión de Derechos Humanos de la ONU también le ha puesto el dedo sobre la llaga en temas sobre matrimonio homosexual, interrupción voluntaria del embarazo y equidad de género. Incluso acusa al Comité de estar influido por las asociaciones en favor de los derechos de los gays (lo que sea que eso signifique).

Lo que hace Tomasi es lo que siempre ha hecho la Iglesia: en vez de asumir la responsabilidad por sus fallas, se refugia en acusaciones de persecución. Pero esta vez hay una gran diferencia: nadie está persiguiendo al Vaticano o la Iglesia por sus ideas, sino por incumplir una serie de tratados que firmó de manera voluntaria, y cuya firma exige la aceptación de sus principios y su aplicación jurídica.

Ante la ONU, la Santa Sede no es una Iglesia cuya religión debe ser respetada, sino un país más, que debe dar cuenta de sus actos e incumplimientos, como todos los demás. Si los moros de Iraq violan derechos, la ONU les denuncia y exige acción; si los meapilas del Vaticano violan derechos, la ONU les denuncia y exige acción.

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