14 de enero de 2014

Terrible situación en Ghana

La República de Ghana es considerada el país más religioso del mundo, debido a que 96 % de supoblación dice profesar activamente alguna religión; la gran mayoría de ellos pertenecen a alguna de las denominaciones cristianas. También está en la terrible lista de países con una prevalencia de VIH-Sida que supera el 1 % de la población adulta.

En dicho país africano, el problema de la salud pública se ve agravado por la creencia en la medicina tradicional y en la sanación por medio de plegarias. Ahí Paul Kweku Nii Okai (autodenominado profeta) y su esposa, la reverenda Betty Okai, dirigen el Centro de Rezos Monte Horeb, que se presenta como un centro de salud que cura con el poder de la oración.

Como si esta estupidez anticientífica no fuera suficiente, a los pacientes con trastornos mentales (que en Ghana suelen ser concebidos como problemas espirituales, incluso posesiones) se les encadena, golpea, tortura… El caso fue denunciado, junto con toda la situación de la salud mental en Ghana, en 2012 por Human Rights Watch.

Tristemente, no se trata del único campo de rezos que actúa como presunto centro de salud. De acuerdo con un reportaje en la prestigiosa revista médica The Lancet, en Ghana sólo hay tres hospitales psiquiátricos en todo el país, y 12 psiquiatras certificados, por lo que esta clase de campos son dejados a su arbitrio, sin ninguna regulación por parte del gobierno.


La opinión de Max Vardon (activista especializado en temas de discapacidad), tal como la recoge The Lancet, es que se debe derribar el sistema de creencias que hace que estas cosas no sean vistas como maltrato ya que sólo se pretende combatir a espíritus malignos. Por ello el Concilio Nacional sobre las Personas con Discapacidad, al que Varton pertenece,  está planeando una campaña nombrada Imago Dei ("a imagen de dios"), que pretende hacerle ver a la gente religiosa que incluso los discapacitados mentales “están hechos a la imagen de Dios”. 

Sospecho que la campaña se queda muy corta: en la República de Ghana, la religión hace daño. Mucho. Incluso mata.

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